jueves, 4 de noviembre de 2010

Alcohol, drogas O Esclavismo

"... Debemos saber vivir con un mínimo de cosas, para desarrollarnos como seres con un máximo de cualidades y capacidades, espirituales y materiales, de tal modo que, desde la autonomía y fortaleza así construidas, podamos librar una lucha de aniquilación contra el actual orden político y económico. En esa renuncia, en ese abstenerse y decir no, está la esencia de la libertad verdadera en los tiempos que corren..."


En el presente, la bebida y ciertas drogas (el porro sin ir más lejos), han sido rodeadas de una aureola de falsa radicalidad, de productos “transgresores” y “anti-sistema”, de sustancias facilitantes de la relación entre las personas, que tienen que perder, para aparecer como lo que son, armas del poder constituido para degradar, embrutecer, desorganizar e incluso matar, pues 20.000 personas mueren anualmente por la bebida en nuestro país. Al mismo tiempo, alcohol y tabaco son una saneada fuente de ingresos fiscales para el Estado, además de unas ramas de la producción capitalista que dejan enormes beneficios y acumulan capital.

Compañeros nos encontramos en este momento ante la incuestionable necesidad de abrir los ojos ante una de las más grandes armas que tiene el sistema para hacernos consumir y dormirnos en batalla.

Y me refiero puntualmente el consumo de drogas y de alcohol.

Hoy es inaceptable la pretensión de considerar como “inconformista” y “rebelde” el beber o consumir drogas, majadería urdida por la contracultura de los años 60 y 70 del siglo pasado, que se pone en evidencia al mostrar que han sido los aparatos de dominación, desde la CIA a las diversas policías de todos los países, quienes más han hecho y hacen por popularizar los estupefacientes, de las cuales la contracultura fue una agencia de propaganda, al menos en esto. Entro en polémica con el anticlericalismo burgués, que pretende tildar de “moralismo”, e incluso de “clericalismo”, la temperancia y sobriedad, mostrando que en el pasado las y los mejores militantes del movimiento obrero, por lo general irreligiosos y ateos, se opusieron bravamente al alcohol, así como al tabaquismo. En el presente, es evocado el lema , “Droga y policía, la misma porquería”.

Debemos luchar con ímpetu por romper las cadenas con las que nos ata la dependencia al alcohol y las drogas que nos dominan tanto física como mentalmente, su consumo duerme la conciencia y evita muchas posibles acciones que se podrían tomar en contra del sistema

y renunciando a tratar de un modo fácil, superficial y reduccionista el asunto del alcoholismo, quedan establecidos cuatro bloques de causas, las adoctrinadoras estructurales, vinculadas a la auto-construcción del sujeto, y existenciales, dedicando algún espacio al examen de cada una de ellas. La conclusión es que ante un problema tan grave, y que lo va a ser cada vez más, pues el Estado y el capital no van a renunciar a ese arma, la transformación integral del orden político-jurídico y social (revolución) es condición inexcusable, pero no suficiente, de manera que se demandan tareas complementarias, como ir elaborando un sistema de ideas para la edificación libre y autónoma del sujeto, y una reflexión sobre los problemas existenciales de la condición humana, hasta el momento olvidados.

Hoy en día resulta más cómodo y fácil exigir la legalización sin debatir realmente los problemas sociales que causan las drogas y el alcohol como la marginación social, el maltrato, inconsciencia de actuación o irresponsabilidad.

Venimos a sustituir nuestra libertad de acción por la de un fantasma de dominación, no es posible que pensemos que por que soy libre yo consumo lo que quiero por que terminamos de la misma manera como comenzamos oprimidos, sojuzgados, sin acción, se nos esta olvidando algo tan importante como es el hecho de que la revolución es cambiar la realidad social negativa y no de adaptarnos a ella

Tenemos que generar conciencia de que el alcohol es la droga que mas mata y enriquece al estado, al permanecer legal es la mas consumida, es la mas depresora y por ello la mas ajustada al capitalismo, no da lucidez pero si mata neuronas

Nos toca comprender y actuar contra este medio de opresión, ir generando conciencia en cada uno de nuestros allegados y congeneres luchar por liberar más mentes de la opresión del sistema y de sus bajos medios

La droga es la mercancía definitiva del sistema. No hace falta hablar para vender. El cliente se arrastrara por una alcantarilla para que le vendan. El comerciante no vende su producto al consumidor, vende el consumidor al producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. El sistema crea adictos- dependientes y los mantiene cautivos a través de su adicción.

No seas uno de ellos!





miércoles, 27 de octubre de 2010

Anarquismo y lucha de liberación nacional ( Alfredo Maria Bonanno)


El anarquismo es internacionalista, su lucha no se confina a sí misma a una región o un área del mundo, sino que se extiende a todos los lugares donde el proletariado lucha por su propia liberación. Esto requiere una declaración de principios que no sean ni vagos ni abstractos, sino concretos y bien definidos. No estamos interesados en un humanismo universal que encuentra su origen y justificación en la Revolución Francesa de la burguesía en 1789. La Declaración de los Derechos del Hombre, bandera ondeada por todos los gobiernos democráticos actualmente en el poder, se refiere a un hombre abstracto identificado con el ideal burgués.Muchas veces hemos argumentado contra un cierto anarquismo idealista que habla de revolución universal, actos de fe, iluminismo, y que en definitiva rechaza la lucha proletaria y está en contra de lo popular. Este anarquismo deviene en un humanitarismo individual y mitológico sin un contenido económico o social concreto. El planeta entero acaba siendo visto como una unidad biológica y las dicusiones terminan en un estéril desplazamiento hacia el determinante poder de la superioridad del anarquismo sobre el resto de ideales.Nosotros, por el contrario, opinamos que el ser humano es un ser histórico, que nace y vive en una situación histórica precisa. Esto le sitúa en unas ciertas relaciones con estructuras económicas, sociales, ligüísticas, étnicas, etc., con importantes consecuencias en el campo de la ciencia, de la reflexión filosófica y de la acción concreta. El problema de la nacionalidad surge en esta situación histórica y no puede ser eliminado de ella sin confundir totalmente los primeros pasos del anarquismo federalista. Como Bakunin escribió: “Cada pueblo, por pequeño que sea, posee su propio carácter, su propia forma de vivir, de hablar, de sentir, de pensar y de trabajar, y este carácter, su específica forma de existencia, es precisamente la base de su nacionalidad. Es el resultado de la totalidad de una historia común y de todas las condiciones del entorno de ese pueblo, un fenómeno puro, natural y espontáneo.”La base del federalismo anarquista es la organización de la producción y de la distribución de bienes, opuesto de esta forma a la administración política de los pueblos. De hecho, una vez la revolución es llevada a cabo y la producción y distribución se llevan de forma comunista o colectivista (o de diversas formas en función de las necesidades y posibilidades), la estructura federal con sus límites naturales dejará inutilizadas las estructuras políticas precedentes. Sería igualmente absurdo imaginar un límite tan amplio que acaparase al planeta en su totalidad. Si finalmente hay una revolución será incompleta, y esto debe materializarse en el espacio. Los límites territoriales entonces no coincidirán necesariamente con los confines del Estado precedente, que habrá sido destruido por la revolución. En este caso la división étnica sustituirá a la división política deformadora. Los elementos cohesivos de la dimensión étnica son precisamente aquellos que ayudan a identificar la nacionalidad y que tan claramente han sido expresados por Bakunin en el pasaje anteriormente citado.Los anarquistas rechazan el principio de la dictadura del proletariado o de la gestión del proletariado por una minoría revolucionaria que utiliza al Estado anteriormente burgués. Implícitamente rechazan la dimensión política del Estado burgués existente desde el preciso momento en que comienza la revolución. No podemos aceptar el uso del aparato del Estado en un sentido revolucionario, por lo tanto, el límite provisional que se le ha de dar a las estructuras libremente asociadas será el étnico. En este sentido Kropotkin vio la federación de pueblos libres, basándose en el aproximado e incompleto ejemplo de las comunas medievales, como una solución al problema social.Pero este argumento, tiene que quedar claro, no debe confundirse con el separatismo. El punto esencial del argumento que estamos manteniendo aquí es que no existen diferencias entre explotadores, que el hecho de nacer en un sitio determinado no tiene influencia sobre las divisiones de clase. El enemigo es aquel que explota, organizando la producción y la distribución de forma capitalista, aunque nos llame compatriota, camarada, o cualquier otro epíteto simpático. La división de clase sigue estando basada en la explotación efectuada por el capital con todos los medios económicos, sociales, culturales, religiosos, etc. a su disposición, y las bases étnicas que hemos identificado como límites de la federación revolucionaria no tienen nada que ver con esto. La unidad con los explotadores es imposible, porque ninguna unidad es posible entre la clase trabajadora y la clase explotadora.En este sentido Rocker escribe: “Somos anacionales. Demandamos el derecho a la libre decisión de cada comuna, cada región, cada pueblo; precisamente por esta razón rechazamos la absurda idea de un Estado nacional unitario. Somos federalistas, esto es, partidarios de una federación de grupos humanos libres, que no se separan unos de los otros, pero que, por el contrario, se asocian con el mejor de los lazos de confianza, a través de las relaciones naturales, morales y económicas. La unidad a la que aspiramos es una unidad cultural, una unidad que vaya por delante en las más variadas fundaciones, basada en la libertad y susceptible de repeler todos los mecanismos deterministas en las relaciones recíprocas. Por esta razón rechazamos todo particularismo y separatismo bajo el cual se puedan esconder intereses individuales”.Hoy en día aún quedan, incluso entre anarquistas al enfrentar el problema de la nacionalidad, residuos de razonamiento idealista. No sin razón, el anarquista Nido escribió en 1925: “El desmembramiento de un país no es considerado un ideal deseable para muchos revolucionarios. ¿Cuántos camaradas españoles aprobarían la histórica desaparición de España y su reorganización entorno a una base regional constituida por grupos étnicos castellanos, vascos, gallegos y catalanes? ¿Se resignarían los revolucionarios alemanes a un desmembramiento parecido al tipo de organización libertaria que estuviese basada en los grupos históricos de Baviera, Baden, Westfalia, Hannover, etc.? Por otro lado, a estos camaradas con completa seguridad les gustaría ver el desmembramiento del actual Imperio Británico, y una libre e independiente reorganización de sus colonias en Gran Bretaña (Escocia, Irlanda, Gales) y en el extranjero, ¡lo que no sería agradable para los revolucionarios ingleses! Así son los hombres, y en este sentido, en el curso de esta última guerra (la 1ª Guerra Mundial), vimos la coexistencia del concepto de nacionalidad en su sentido histórico, al lado de las reivindicaciones de los anarquistas.” (Obviamente se refiere a Kropotkin y al Manifiesto de los Dieciséis).Nido hace referencia a un estado mental que no ha cambiado demasiado. Incluso hoy en día, ya sea por la persistencia de ideales iluministas o masónicos en una cierta parte del movimiento anarquista, ya sea por la pereza mental que saca a muchos compañeros de los problemas más candentes y los lleva a aguas menos turbulentas, las reacciones respecto al problema de la nacionalidad no son muy diferentes de aquellas descritas por Nido.En sí mismo el problema no nos concerniría demasiado, si no fuera porque tiene una salida histórica precisa, y porque la falta de claridad tiene efectos extremadamente negativos en muchas de las luchas reales que se desarrollan. En definitiva, el problema de la nacionalidad se mantiene a un nivel esencialmente teórico, mientras que la lucha por la liberación nacional está tomando, y cada vez más, una relevancia en la práctica considerable.Los anarquistas y la lucha de liberación nacionalEl proceso de descolonización se ha visto intensificado dentro de muchas estructuras imperialistas desde la última guerra, resurgiendo con urgencia el problema de una interpretación socialista e internacionalista de la lucha de liberación nacional. El drama del pueblo palestino, las luchas en Irlanda, el País Vasco, África y Latinoamérica, están continuamente planteando el problema con una violencia hasta ahora desconocida.Diferentes firmas económicas dentro del mismo país determinan una situación de colonización, garantizando el proceso de centralización. En otras palabras, la persistencia de la producción capitalista requiere de la desigualdad en la tasa de desarrollo para poder continuar. Mandel escribe acerca del tema: “La desigualdad en la tasa de desarrollo entre diferentes sectores y diferentes empresas es la causa de la expansión capitalista. Esto explica como la reproducción puede continuar ampliándose hasta alcanzar la exclusión de todos los medios que no sean capitalistas. La plusvalía se realiza mediante un incremento en la concentración de capital.” Mandel también trata el tema del desarrollo desigual entre las diferentes áreas en un mismo Estado político. El principio básico del capitalismo es que aunque pueda asegurar equilibrios parciales, nunca puede asegurar el equilibrio total, es decir, es incapaz de industrializar sistemática y armónicamente la totalidad de un territorio amplio. En otras palabras, la colonización regional no es una consecuencia de la centralización, pero, por el contrario, es una de las precondiciones del desarrollo capitalista. Naturalmente, la centralización económica implica centralización política, y cualquier alusión al centralismo democrático es simplemente una fórmula demagógica, utilizada en ciertos momentos históricos. Examinando, incluso superficialmente, los datos de la producción industrial y agrícola desde la unificación de Italia hasta finales de los 60’, se puede observar claramente las tareas que el Estado ha asignado al Sur: suministrar capital (especialmente remesas de los inmigrantes, impuestos, etc.), suministrar una fuerza de trabajo barata (emigración al Norte) y suministrar productos agrícolas para cambiarlos por los industriales bajo unas bases de intercambio colonial.A esto se le puede objetar que el Estado discrimina, en este sentido, entre dos burguesías: la industrialista del Norte y la terrateniente del Sur, pero para entender esto debemos tener en mente las diferentes posibilidades de explotación entre un área altamente desarrollada y otra subdesarrollada. Mientras en el Sur una jornada laboral de doce a catorce horas era lo normal, en el Norte se habían conseguido las ocho horas. Por ello, gracias a las ventajas de una concepción aún medieval de la sociedad, los terratenientes del Sur continuaron extrayendo plusvalía sin necesidad de grandes reinversiones.De este modo, el desarrollo del Norte estaba garantizado por la explotación y la esclavitud del Sur. Las reglas políticas del Norte eran las que dictaban en esta dirección, que entonces tomaba el curso de la producción capitalista en general. La integración de Sicilia en el sistema capitalista italiano produjo una desintegración de su economía, que en muchos casos era de tipo pre-capitalista. La ley del mercado obligó a las regiones más atrasadas a integrarse al sistema capitalista: este es el fenómeno de colonización, que se lleva a cabo tanto en regiones o naciones extrangeras, así como en las regiones internas de un Estado capitalista.La siguiente etapa en el desarrollo capitalista es saltar sobre las fronteras nacionales que se han visto debilitadas por la polarización de las economías emergentes en los picos de la monopolización del intercambio capitalista. La colonización abre paso al imperialismo.Esto es lo que los camaradas del Front Libertaire escribieron sobre la cuestión: “Los movimientos de liberación nacional tienen que mantenerse en la realidad y no parar en un análisis pre-imperialista que llevaría a un tercermundismo regional. Eso significaría que su lucha revolucionaria se mantendría dentro de la dialéctica colonizador-colonizado, mientras los fines a lograr serían los de la independencia política, soberanía nacional, autonomía regional, etc. Esto sería un análisis simplista que no tiene en cuenta la realidad global. El enemigo a ser derrotado por los irlandeses, bretones y provenzales, por ejemplo, no son Inglaterra y Francia, sino la totalidad de la burguesía, sea inglesa, bretona, provenzal o americana. En este sentido, los lazos que atan a la burguesía regional con la nacional o la mundial pueden ser comprendidos.”Por tanto, la liberación nacional va más allá de la simple descolonización interna y ataca la situación real del imperialismo del desarrollo capitalista, poniendo el objetivo de la destrucción del Estado político en una dimensión revolucionaria.Los límites étnicos también devienen fácilmente reconocibles. El límite étnico en el proceso revolucionario de federaciones libres de asociaciones de producción y distribución tiene su contrario en la fase pre-revolucionaria dentro de una dimensión de clase. La base étnica de hoy en día consiste en la totalidad del pueblo explotado que vive en un territorio dado de una nación dada, sin haber una base étnica común entre explotador y explotado. Es lógico que estas relaciones de clase se destruirán junto con la destrucción del Estado político, donde el límite étnico no coincidirá más con los explotados que viven en un territorio dado, sino con la totalidad de mujeres y hombres que vivan en dicho territorio y que han decidido vivir su vida libremente.Sobre este asunto, los camaradas del Front Libertaire continúan: “La cultura étnica no es aquella que pertenece a todas las personas que han nacido, o viven, en un territorio común o que hablan una misma lengua. Es la cultura de aquellos que, en un grupo dado, sufren la misma explotación. La cultura étnica es una cultura de clase, y por esta razón una cultura revolucionaria. Incluso si la conciencia de los trabajadores corresponde a una clase trabajadora en una situación de dependencia nacional, será, no obstante, la conciencia de clase la que lleve la lucha a su conclusión final: la destrucción del Capitalismo en su forma actual. La lucha decisiva a llevar a cabo debe ser una lucha de clases mundial de los explotados contra los explotadores, empezando por una lucha sin fronteras, con tácticas precisas contra la burguesía más cercana, especialmente si se proclama a sí misma “nacionalista”. Esta lucha de clases es además la única forma de mantener y estimular la “dimensión étnica” sobre la cual será posible construir el socialismo sin Estado.”El programa anarquista en lo que respecta a la lucha de liberación nacional es, por tanto, claro: no debe dirigirse hacia la constitución de un “estadio intermedio” en la revolución social a través de la creación de nuevos estados nacionales. Los anarquistas rechazan participar en frentes de liberación nacional; participan en frentes de clase que no deben involucrarse en luchas de liberación nacional. La lucha debe dirigirse a establecer estructuras económicas, políticas y sociales en los territorios liberados, basado en la organización federalista o libertaria.Los marxistas revolucionarios, a quienes por ciertas razones no podemos analizar aquí, monopolizando las diferentes situaciones donde se llevan a cabo luchas de liberación nacional, no siempre pueden responder con claridad ante la perspectiva de una contestación radical a la centralización del Estado. Su mito del agotamiento del Estado burgués y su pretensión de utilizarlo crea un insuperable problema.Marxistas y lucha de liberación nacionalSi bien podemos compartir los análisis de clase realizados por ciertos grupos marxistas, tales como los elaborados por una parte de ETA que publicamos en el nº 3 de Anarchismo, lo que no podemos aceptar es la hipótesis fundamental de la creación de un Estado obrero basado en la dictadura del proletariado, más o menos a lo largo de las líneas sobre el precedente Estado político de acuerdo con la capacidad organizacional de las diferentes organizaciones nacionales. Por ejemplo, los camaradas de ETA están luchando por un País Vasco libre, pero no están muy interesados en una Cataluña o una Andalucía libres. Aquí retomamos las dudas bien expresadas por Nido que citamos más arriba. En la base de muchos análisis marxistas se esconde un nacionalismo irracional que nunca está muy claro.Volviendo a los clásicos marxistas y su polémica con Bakunin, somos capaces de reconstruir una especie de diálogo entre los dos, hechando un vistazo a una parte del trabajo realizado por el camarada búlgaro Balkanski.En 1848, inmediatamente después del congreso eslavo en donde, sin éxito, se desarrolló la idea de una federación eslava para volver a unir una Rusia libre y a los pueblos eslavos que sirviese como núcleo sobre el que se construiría una futura federación europea y más tarde una federación universal de pueblos, Bakunin participó en la insurrección de Praga. Después de los hechos de Praga, buscado por la policía, Bakunin se refugió en Berlín y tomó contacto con unos cuantos estudiantes checos con el objetivo de desatar una insurrección en Bohemia. Por esta época (principios de 1849), publicó Llamamiento a los eslavos que fue injustamente acusado de paneslavista. Marx y Engels contestaron con un criticismo amargo en su periódico Neue Rheinischer Zeitung. Permítasenos ahora ver este hipotético diálogo tal y como fue sugerido por Balkanski.Bakunin: Los pueblos eslavos, esclavizados por Austria, Hungría y Turquía, deben reconquistar su libertad y unirse con Rusia, libre del zarismo, en una federación eslava.Marx-Engels: Todas esas naciones pequeñas, sin poder, mal desarrolladas, básicamente deben reconocimiento a aquellos que, de acuerdo a la necesidad histórica, las unen a grandes imperios, permitiéndoles de ese modo participar en un desarrollo histórico que si se hubiese dejado desarrollar por si mismo les habría resultado extraño. Claramente, tal resultado no se puede alcanzar sin pisar ciertas áreas sensibles. Sin violencia nada se consigue en la Historia.Bakunin: Debemos abogar, en particular, por la liberación de los checos, eslovacos y moravios, y su reunificación en una entidad única.Marx-Engels: Los checos, entre los cuales tenemos que incluir a los eslovacos y moravios, nunca han tenido una historia. Después de Carlomagno, Bohemia fue amalgamada a Alemania. Por un tiempo la nación checa se emancipó a si misma para formar el gran Imperio Moravio. Más tarde, Bohemia y Moravia se unieron definitivamente a Alemania y el territorio eslovaco se quedó en Hungría. ¿Y esta “nación” inexistente, desde un punto de vista histórico, reclama la independencia? Es inadmisible conceder la independencia a los checos porque el Este de Alemania parecería una loncha de queso roída por ratas.Bakunin: Los polacos, esclavizados por tres estados, deben pertenecer a una comunidad sobre bases iguales a las de sus actuales dominadores: alemanes, austríacos, húngaros y rusos.Marx-Engels: La conquista alemana de las regiones eslavas entre el Elba y el Warthe fue una necesidad estratégica y geográfica resultado de las divisiones en el Imperio Carolingo. La razón está clara. El resultado no se puede cuestionar. Esta conquista fue en interés de la civilización; no puede haber dudas sobre ella.Bakunin: Los eslavos del Sur, esclavizados por una minoría extrangera, deben ser liberados.Marx-Engels: Es de vital importancia para los alemanes y los húngaros dejar el Adriático. Las consideraciones geográficas y comerciales deben ir por delante de todo. Quizás sea una lástima que la gran California haya sido arrebatada a los ineptos de los mexicanos que no sabían que hacer con ella. Posiblemente la “independencia” de unos pocos españoles en California y Tejas sufra. La “Justicia” y otros principios morales seguramente hayan sido igorados en todo esto. Pero ¿qué se puede hacer ante tantos otros sucesos de este tipo en la Historia universal?Bakunin: Mientras una sola nación oprimida exista, el completo y definitivo triunfo de la democracia no sera posible en ningún lugar. La opresión de un pueblo o de un individuo es la opresión e todos, y es imposible violar la libertad de uno sin violar la libertad de todos.Marx-Engels: En el manifiesto paneslavo no hemos encontrado nada excepto estas categorías más o menos morales: justicia, humanidad, libertad, igualdad, fraternidad, independencia, que suenan bien, pero no pueden hacer nada en el campo histórico y político. Lo repetimos, ningún pueblo eslavo –aparte de los polacos, los rusos y quizás los turcos- tiene un futuro por la simple razón de que el resto de eslavos carecen de las bases históricas, geográficas, políticas e industriales más elementales. La independencia y la vitalidad les fallan. Los conquistadores de los diferentes pueblos eslavos tienen la ventaja de la energía y la vitalidad.Bakunin: La liberación y la federación de los eslavos es solo el preludio de la Unión de Repúblicas Europeas.Marx-Engels: Es imposible unificar a todos los pueblos bajo una bandera republicana con amor y fraternidad universal. La unificación será forjada mediante la lucha sangrienta de una guerra revolucionaria.Bakunin: Ciertamente, en la revolución social, el Oeste, y especialmente los pueblos latinos, precederán a los rusos; pero serán en cualquier caso las masas eslavas las que realicen el primer movimiento revolucionario y garanticen los resultados.Marx-Engels: Respondemos que el odio de los rusos y la pasión revolucionaria de los alemanes, y ahora el odio de los checos y croatas, está empezando a entrelazarse. La revolución solo podrá salvarse haciendo efectivo un terror decisivo sobre los pueblos eslavos, quienes, desde su perspectiva de su miserable “independencia nacional”, han vendido la democracia y la revolución. Algún día tendremos que llevar a cabo una sangrienta venganza contra los eslavos por esta vil y escandalosa traición.No puede haber duda acerca de estas posiciones radicalmente opuestas. Marx y Engels siguen atados a una visión determinista de la Historia que trata de ser materialista, pero que no está libre de ciertas premisas hegelianas, reduciendo la posibilidad de un método analítico. Más aun, ellos, especialmente Marx, utilizan evaluaciones estratégicas que revelan un énfasis en el patriotismo liberal, que si bien era justificable en 1849, no lo era tanto en 1855. Sin embargo, en esta época, durante la Guerra de Crimera, escribe: “La gran península, al sur del Sava y el Danubio, este maravilloso país, tiene la desventaja de estar habitado por un conglomerado de razas y nacionalidades que son muy diferentes, y uno no sabría decir cual será la mas adecuada para el progreso y la civilización. Eslavos, griegos, rumanos, albanos, aproximadamente doce millones en total, están dominados por un millón de turcos. Cabe preguntarse si hasta ahora los turcos no han sido los más cualificados para mantener la hegemonía, que puede ser evidentemente empleada sobre esta población mixta por una nación.”Una vez más en 1879, en el curso de la Guerra Ruso-Turca, que hoy en día los comunistas llaman “La guerra de liberación de los patriotas búlgaros”, Marx escribió: “Definitivamente apoyamos a los turcos, y esto por dos razones. La primera es que hemos estudiado a los campesinos turcos, esto es, las masas populares turcas, y estamos convencidos de que son los más representativos, trabajadores, y moralmente sanos de los campesinos europeos. La segunda es que la derrota de los rusos accelerará considerablemente la revolución social que esta llegando a un periodo de transformación radical en toda Europa.”De hecho, los movimientos marxistas de liberación nacional, cuando han sido guiados por una minoría que finalmente se transforma en partido (una situación generalizada actualmente), acaban utilizando distinciones estratégicas, dejando los problemas esenciales –que también influencian a las estrategias- en un segundo plano.Los marxistas, por ejemplo, no distinguen entre el imperialismo de los grandes Estados del nacionalismo de los pequeños, utilizando frecuentemente el término nacionalismo en los dos casos. Esto causa gran confusión. El nacionalismo de los pequeños Estados normalmente se ve como algo que contiene un nucleo positivo, una revuelta interna de carácter social, pero la detallada distinción de clases se suele limitar a lo estrictamente necesario, de acuerdo a las perspectivas estratégicas. Frecuentemente se mantiene, inconscientemente siguiendo al gran maestro Trotsky, que si por un lado el arrebato de los pueblos y las minorías oprimidas es inmutable, la vanguardia de la clase trabajadora nunca debe intentar accelerar este empuje, sino limitarse a seguir los impulsos permaneciendo fuera.Esto es lo que Trotsky escribió en enero de 1931: “Las tendencias separatistas en la Revolución Española traen el problema democrático del derecho de la nacionalidad a la autodeterminación. Estas tendencias, vistas superficialmente, han empeorado durante la dictadura. Pero mientras el separatismo de la burguesía catalana no es sino un medio de jugar con el gobierno de Madrid contra el pueblo catalán y español, el separatismo de los trabajadores y campesinos esconde precisamente una revuelta más profunda de natualeza social. Debemos hacer una fuerte distinción entre estos dos tipos de separatismo. No obstante, es precisamente para distinguir a los trabajadores y campesinos oprimidos en su sentimiento nacional de la burguesía, que la vanguardia del proletariado debe abordar esta cuestión del derecho de la nación a la autonomía, que es la posición más valiente y sincera. Los trabajadores defenderán totalmente y sin reservas el derecho de catalanes y vascos a vivir como estados independientes en el caso de que la mayoría opte por una completa separación, lo que no es en absoluto lo mismo que decir que la élite trabajadora deba empujar a los catalanes y vascos al camino del separatismo. Por el contrario, la unidad económica del país, con una gran autonomía para las nacionalidades, ofrecería a los trabajadores y campesinos grandes ventajas desde un punto de vista económico y desde el de la cultura en general.”Se ve claramente que las posiciones son radicalmente contrarias. Marxistas y Trotskistas siguen sistemas de razonamiento que para nosotros no tienen nada que ver con la libre decisión de las minorías explotadas a determinar las condiciones de su propia libertad. No es el momento de abordar las diferencias teóricas fundamentales, pero es suficiente con releer el pasaje de Trotsky para darse cuenta de las ambigüedades teóricas que contiene, la cantidad de espacio que da a una estrategia política favorable al establecimiento de una dictadura de una minoría iluminada, y que poca cantidad se le daría a la libertad “real” de los explotados. El uso ambiguo del término separatismo debe ser subrayado, y la insistencia entorno a argumentos irracionales como los relativos al “sentimiento nacional”.ConclusiónMuchos problemas han sido tratados en este trabajo, con la conciencia de que lo han sido solo en parte, debido a su amplia complejidad. Empezamos por una situación real: la de Sicilia, y un proceso de desmembramiento capaz de causar un incalculable daño en un futuro próximo. Hemos dicho como en este proceso se ve, en nuestra opinión, una unión de los fascistas con la mafia, y como los intereses que esta gente quiere proteger son básicamente los de los americanos. La circulación de cierta fórmula separatista viciada nos ha obligado a tomar, tan claramente como sea posible, una posición, y buscar para simplificar los puntos esenciales del internacionalismo anarquista en vista del problema de la lucha de liberación nacional. También hemos dado una breve panorámica de unos pocos defectos interpretativos latentes en el punto de vista marxista del problema, y unas pocas oscuridades estratégicas que en la práctica determinan las no pocas dificultades que los movimientos de liberación nacional de inspiración marxista encuentran. Trataremos ahora de concluir nuestra búsqueda con unas pocas indicaciones de interés teórico.Debemos reexaminar minuciosamente el problema de la relación entre estructura y superestructura. Muchos camaradas se mantienen en el modelo marxista y no lo hacen, tanto ha penetrado en nuestra forma “normal” de ver las cosas. El poder que los marxistas tienen ahora en nuestras universidades les permite proponer cierto modelo analítico a las minorías intelectuales, vendiéndolo como realidad con su habitual y excesiva autocomplacencia. En particular, es la concepción de “medios de producción” la que debe ponerse bajo un cuidadoso análisis, mostrando las limitaciones y consecuencias del uso determinista del factor económico. Actualmente la realidad económica ha cambiado y no encaja en la tipología marxista; sin embargo, hacen lo imposible para complicar los problemas intentando de esta manera explicar sucesos que de otra forma hubiesen sido fácilmente explicables. Utilizando más modelos abiertos de razonamiento deberíamos ser capaces de identificar los factores relevantes, tales como, precisamente, las particularidades étnicas y culturales. Estas entran dentro de un proceso más amplio de explotación y determinan cambios cuantitativos dándose la posible explotación en si misma y, en un último análisis, causa el surgimiento de otros cambios, esta vez de naturaleza cualitativa. Pueblos y clases, formaciones políticas y culturales, movimientos ideológicos y luchas concretas, todos sufren cambios interpretativos en relación al modelo básico. Si un determinismo mecanicista es aceptado, las consecuencias son la inevitable dictadura del proletariado, y el paso a través de una difícilmente comprensible, e históricamente no documentada, progresiva elminación del Estado; por otro lado, si el modelo interpretativo es abierto e indeterminista, si el deseo individual se incluye en un proceso de influencia recíproca con la conciencia de clase, si las diferentes entidades socio-culturales son analizadas no solo económicamente sino más ampliamente (socialmente), las consecuencias serían muy diferentes: ideas estatistas preconcebidas traicionarán el camino a la posibilidad de una construcción horizontal y libertaria, a un proyecto federalista de producción y distribución.Ciertamente todo esto requiere no solo la negación de un materialismo mecanicista que, en nuestra opinión, es el resultado del marxismo, sino también de un cierto idealismo que, todavía en nuestra opinón, ha infectado una parte del anarquismo. En este sentido, el universalismo entendido como un valor absoluto es ahistórico e idealista, debido a que es un postulado iluminista, no es otra cosa que el ideal invertido del Cristianismo reformado. No es posible ver claramente detrás de la hegemonía occidental, cuanto de un ambiguo humanitarismo de base cosmopolita fue desarrollado por la ideología de la falsa libertad. El mito de la dominación del hombre blanco se representa de varias formas como el mito de civilización y ciencia, y, por tanto, como la fundación de la hegemonía política de unos pocos estados sobre otros. La ideología masónica e iluminista puede haber reforzado el jacobinismo latente en la versión leninista del marxismo, pero no tiene nada que ver con el anarquismo, excepto en el hecho de que muchos camaradas continúan distrayéndose con esquemas abstractos y teorías desfasadas.Los anarquistas deben proporcionar todo su apoyo, concretamente en la participación, teóricamente en los análisis y estudios, a las luchas de liberación nacional. Esto debe empezar desde las organizaciones autónomas de los trabajadores, con una visión clara de las posiciones enfrentadas de clase, que ponga a la burguesía local en su correcta dimensión de clase, y prepare la construcción federalista de la sociedad futura que vendrá tras la revolución social. Bajo estas premisas, que no dejan lugar a determinismos ni idealismos de especies varias, cualquier instrumentalización fascista de las aspiraciones de los pueblos oprimidos puede ser fácilmente combatida. Es necesario, en primer lugar, aclararnos entre nosotros mirando adelante y construyendo un análisis correcto para una estrategia revolucionaria anarquista.1976

el sabotaje x emile pouget


PresentaciónEmile Pouget pasaría a la historia del movimiento obrero en Francia por haber sido el autor del ensayo que a continuación publicamos.Escrito que marcaría de manera definitiva el desarrollo del movimiento sindicalista a nivel mundial, El sabotaje es de lectura obligada para todo aquel interesado en el desarrollo del derecho del trabajo.El término, en sí, convirtiose de inmediato en vocablo propio del derecho positivo al haber sido añadido ipso facto en la casi totalidad de las legislaciones del trabajo del mundo entero.Miles de cosas terribles se han expresado en contra de esta herramienta obrera en su lucha en pro de su emancipación, sin embargo, si nos atenemos a lo expuesto por Pouget, el concepto de sabotaje, inmerso en la tremenda lucha de clases que cotidianamente se desarrolla por doquier, constituye un instrumento utilizado no sólo por la clase obrera, sino también por la burguesía.Pouget ejemplifica lo anterior señalando todas las acciones negativas de que es capaz la burguesía con tal de aumentar sus ganancias: la adulteración de la leche cuando se le adelgaza con agua; la venta de kilos de ochocientos o novecientos gramos; en fin, todas las marrullerías de las que hace gala la burguesía tanto en el campo del comercio como en el de la producción, constituyen ellas también, descarados sabotajes.Sin duda alguna podemos afirmar que quien lea esta edición cibernética adquirirá los elementos necesarios para comprender, en su integridad, el satanizado concepto de sabotaje en cuanto instrumento utilizado por las dos clases en constante pugna: la burguesía y el proletariado.Chantal López y Omar CortésVolver al indiceEl sabotajeLa mercancía trabajoEl sabotaje, fórmula de combate social que recibió el bautismo sindical en el Congreso Confederal de Toulouse, en 1897, no fue, al principio, bien acogido en los medios obreros. Algunos le reprochaban sus orígenes anarquistas y su inmoralidad. Hoy goza, sin embargo, de la simpatía de los trabajadores. Sería un error creer que la clase obrera, para practicar el sabotaje, ha esperado a que esta forma de lucha haya recibido la consagración de los Congresos corporativos. Como todas las formas de rebeldía, es tan viejo como la explotación humana.Desde que un hombre tuvo la criminal ingeniosidad de sacar provecho del trabajo de su semejante, desde ese día, el explotado, por instinto, procuró dar menos de lo que exigía su patrono. Al proceder así, con tanta insconsciencia como M. Jourdain en hablar en prosa, este explotado practicaba el sabotaje, manifestando de este modo, sin saberlo, el antagonismo irreductible que pone, uno contra otro, al capital y al trabajo.El sabotaje deriva de la concepción capitalista de que el trabajo es una mercancía.Esta tesis es la de los economistas burgueses, según los cuales hay un mercado de trabajo, como hay un mercado de trigo, de carne, de pescado o de aves.Admitido ésto, es muy lógico que los capitalistas procedan frente a la carne de trabajo que encuentran en el mercado, como cuando se trata para ellos de comprar mercancías o materias primas; es decir, que se esfuercen por obtenerlo al precio más bajo.Estamos en pleno juego de la ley de la oferta y la demanda. Pero lo que es menos comprensible es que estos capitalistas quieran recibir, no una cantidad de trabajo en relación con el tipo de salario que pagan, sino independientemente del nivel de este salario, el máximum de trabajo que pueda rendir el obrero.En una palabra, pretenden comprar, no una cantidad de trabajo equivalente a la suma que desembolsan, sino la fuerza de trabajo intrínseca del obrero: en efecto, es el obrero completo -su cuerpo y su sangre- su vigor y su inteligencia lo que exigen.Cuando emiten semejante pretensión, los patronos olvidan que esa fuerza de trabajo es parte integrante de un ser pensante, capaz de voluntad, de resistencia y de rebeldía.Cierto que todo iría mejor en el mundo capitalista si los obreros fuesen tan inconscientes como las máquinas de que se sirven y si, como ellas, no tuviesen a guisa de corazón y de cerebro más que una caldera o un dinamo.Pero no es esto lo que ocurre. Los trabajadores saben las condiciones en que les coloca el medio actual, y si las toleran no es de grado. Saben que son dueños de la fuerza de trabajo, y si consienten que su patrono consuma una cantidad dada de ella, se esfuerzan porque esta cantidad esté en relación más o menos directa con el salario que reciben. Hasta en los más desprovistos de conciencia, hasta en los que sufren el yugo patronal sin poner en duda su justicia, brota instintivamente la noción de resistencia a las pretensiones capitalistas: tienden a no dar más de lo que reciben.Esta discordancia, base de las relaciones entre patronos y obreros, pone de relieve la oposición fundamental de los intereses en presencia: la lucha de la clase que detenta los medios de producción contra la clase que, desprovista de capital, no posee otra riqueza que su trabajo.Desde que se ponen en contacto en el terreno económico, empresarios y obreros, surge ese antagonismo irreductible que los arroja a los dos polos opuestos y que, por consiguiente, hace siempre inestables y efímeros sus acuerdos.En efecto, entre unos y otros, no puede nunca concluirse un contrato en el sentido preciso y justo del término. Un contrato implica la igualdad de los contratantes, su plena libertad de acción y, además, una de sus características consiste en presentar para todos los firmantes un interés real y personal, tanto en el presente como en el porvenir.Ahora bien; cuando un obrero ofrece sus brazos a un patrono, los dos contratantes están muy lejos de hallarse sobre un pie de igualdad. El obrero, apremiado por la urgencia de asegurarse el sustento -si es que no está atenazado por el hambre-, no tiene la serena libertad de acción de que goza su patrono. Además, el beneficio que obtiene por su trabajo es sólo momentáneo, pues si puede atender a las necesidades de su vida inmediata, no es raro que el riesgo de la obra a que se dedica ponga en peligro su salud, su porvenir.Entre patronos y obreros no pueden, pues, concluirse convenios que merezcan el calificativo de contratos. Lo que se ha convenido en designar con el nombre de contrato de trabajo no posee los caracteres específicos y bilaterales del contrato; es, en sentido riguroso, un contrato unilateral, favorable, solamente, a uno de los contratantes; un contrato leonino.De estas observaciones se desprende que, en el mercado de trabajo, no hay, frente a frente, sino beligerantes en permanente conflicto; por lo tanto, todas las relaciones, todos los acuerdos entre unos y otros, serán precarios; pues viciados por su origen, se basan en la mayor o menor fuerza y resistencia de los antagonismos.Por eso, entre patronos y obreros, no se establece nunca -ni puede establecerse- una alianza duradera, un contrato en el sentido leal de la palabra: entre ellos sólo hay armisticios que, suspendiendo por un tiempo las hostilidades, procuran una tregua momentánea a las acciones de guerra.Son dos mundos que se entrechocan con violencia; el mundo del capital y el del trabajo. Puede haber, y hay, cierto, infiltraciones del uno en el otro; gracias a una especie de capilaridad social, pasan algunos tránsfugas del mundo del trabajo al del capital, y, olvidando o renegando de sus orígenes, se colocan entre los más intratables defensores de su casta de adopción. Pero tales fluctuaciones en los cuerpos de ejército en lucha no debilitan el antagonismo de las dos clases.De un lado como de otro, los intereses en juego son diametralmente opuestos, y esta oposición se manifiesta en todo lo que constituye la trama de la vida. Bajo las aclamaciones democráticas, bajo el verbo falaz de la igualdad, el más superficial examen descubre las divergencias profundas que separan a burgueses y proletarios: las condiciones sociales, el modo de vivir, los hábitos de pensamiento, las aspiraciones, el ideal ... ¡todo, todo difiere!Volver al indiceMoral de claseEs comprensible que de la diferenciación radical entre la clase obrera y la burguesía, cuya persistencia acabamos de comprobar, dimane una moral distinta.En efecto, sería por lo menos extraño que entre un proletario y un capitalista no hubiese nada de común, excepto la moral.¡Cómo! Los hechos y actitudes de un explotado, ¿deberían ser apreciados con el criterio de su enemigo de clase?¡Esto sería completamente absurdo!La verdad es que, así como hay dos clases en la sociedad, hay también dos morales: la de los capitalistas y la de los proletarios.La moral natural o zoológica, escribe Marx Nordau, declararía que el reposo es el mérito supremo y no daría al hombre el trabajo como cosa deseable y gloriosa, sino en cuanto ese trabajo fuese indispensable a su existencia material. Pero los explotadores entonces se verían en un aprieto. En efecto, su interés reclama que la masa trabaje más de lo necesario para ella y produzca más de lo que su propio uso exige. Y es que quieren apoderarse precisamente del sobrante de la producción; a este efecto, han suprimido la moral natural e inventado otra, que han hecho establecer a sus filósofos, alabar a sus predicadores, cantar a sus poetas, y, según la cual, la ociosidad sería madre de todos los vicios y el trabajo una virtud, la más hermosa de todas las virtudes.Es inútil observar que semejante moral está hecha para uso exclusivo de los proletarios, pues los ricos que la ensalzan no se cuidan de someterse a ella. La ociosidad sólo es un vicio en los pobres.En nombre de las prescripciones de esta moral especial, los obreros deben trabajar sin descanso en provecho de sus patronos, y toda tibieza de su parte en el esfuerzo de producción, todo lo que tienda a reducir el beneficio del explotador, es considerado como una acción inmoral. Y partiendo también de la misma moral de clase, son glorificados el sacrificio a los intereses patronales, la asiduidad en las obras más duras y peor remuneradas, los escrúpulos estúpidos que crean el honrado obrero; en una palabra, todas las cadenas ideológicas y sentimentales que clavan al asalariado en la argolla del capital.Para completar la obra de esclavización se apela a la vanidad humana; todas las cualidades del buen esclavo son exaltadas, ensalzadas, y hasta se ha imaginado distribuir recompensas -¡la medalla del Trabajo!- a los obreros borregos que se han distinguido por la flexibilidad de su espinazo, su espíritu de resignación y su fidelidad al patrono.De esta moral criminal, la clase obrera está saturada.Desde que nace hasta que muere, el proletario es engañado con ella; le dan esta moral con la leche más o menos falsificada del biberón que, para él, sustituye con demasiada frecuencia al seno materno; más tarde, en la escuela láica, se la inculcan también, por dosis prudenciales, y la infiltración continúa, por mil y mil procedimientos, hasta que, yacente en la fosa común, duerme su eterno sueño.La intoxicación resultante es tan profunda y persistente, que hasta hombres de espíritu sutil, de inteligencia clara y aguda, aparecen, sin embargo, contaminados. Tal es el caso del ciudadano Jaurés que, para condenar el sabotaje, ha echado mano de esta ética, creada para uso de los capitalistas. En una discusión sobre el sindicalismo, abierta en el Parlamento el 11 de Mayo de 1907, declaraba:¡Oh! Si se trata de la propaganda sistemática, metódica del sabotaje, yo creo, a riesgo de ser tachado de optimista, que no irá muy lejos. Repugna a la naturaleza, a los sentimientos del obrero ...E insistía:El sabotaje repugna al valor técnico del obrero.El valor técnico del obrero es su verdadera riqueza; por eso el teórico, el metafísico del Sindicalismo, Sorel, declara que, aunque se le permitan al sindicalismo todos los procedimientos posibles, hay uno que debe él mismo prohibirse: el que amenaza despertar, humillar en el obrero este valor profesional, que no es sólo su riqueza precaria de hoy, sino también el título para su soberanía en el mundo del mañana ...Las afirmaciones de Jaurés, aun colocadas bajo la égida de Sorel, son todo lo que se quiera -hasta metafísica- menos la comprobación de una realidad económica.¿Dónde diantres ha encontrado a obreros cuya naturaleza y sentimientos les lleven a realizar la plenitud de su esfuerzo físico e intelectual en beneficio de un patrono, a pesar de las condiciones irrisorias, ínfimas u odiosas que éste le impone?¿Por qué, por otra parte, ha de ponerse en peligro el valor técnico de tales problemáticos obreros, si el día en que se den cuenta de la explotación desvergonzada de que son víctimas, intentan sustraerse a ella y, sobre todo, no consienten en someter sus músculos y cerebros a una fatiga indefinida, en provecho solo del patrono?¿Por qué han de desperdiciar estos obreros ese valor técnico que constituye su verdadera riqueza -al decir de Jaurés- y por qué se lo han de regalar casi gratuitamente al capitalista?¿No es más lógico que en vez de sacrificarse como corderos en el altar de la clase patronal, se defiendan, luchen y, estimando como su más preciado don ese valor técnico, no cedan todo o parte de su verdadera riqueza sino en las mejores condiciones o, por lo menos, en las menos malas?El orador socialista no responde a estas interrogaciones porque no ha profundizado la cuestión. Se ha limitado a afirmaciones de orden sentimental, inspiradas en la moral de los explotadores y que son el remache de las argucias de los economistas que reprochan a los obreros franceses sus exigencias y sus huelgas, acusándoles de poner en peligro la industria nacional.El razonamiento del ciudadano Jaurés es, en efecto, del mismo orden, con la diferencia de que en vez de hacer vibrar la cuerda patriotica, es el puntillo de honor, la vanidad, la gloria del proletariado, lo que ha tratado de exaltar, de sobreexcitar.Su tésis va a parar a la negociación formal de la lucha de clases, pues no tiene en cuenta el estado de guerra permanente entre el capital y el trabajo.Ahora bien; el simple buen sentido sugiere que, siendo el patrono el enemigo del obrero, no hay más deslealtad por parte de éste en tender emboscadas contra su adversario que en combatirlo cara a cara.Por consiguiente, ninguno de los argumentos sacados de la moral burguesa vale para apreciar el sabotaje, ni ninguna otra táctica proletaria; y asímismo ninguno de estos argumentos vale para juzgar los hechos, gestos, actitudes, ideas o aspiraciones de la clase obrera.Si se desea razonar sanamente sobre todos estos puntos, es menester no referirse a la moral capitalista, sino inspirarse en la moral de los productores que se elabora cotidianamente en el seno de las masas obreras, y que está llamada a regenerar las relaciones sociales, pues ha de ser lo que regule las del mundo de mañana.Volver al indiceLos procedimientos del sabotajeEn el campo de batalla del mercado de trabajo donde los beligerantes se atacan sin escrúpulos, falta mucho, como hemos comprobado, para que se presenten con armas iguales.El capitalista opone una coraza de oro a los golpes de su adversario que, conociendo su inferioridad defensiva y ofensiva, trata de suplirla recurriendo a las astucias de la guerra. El obrero, impotente para atacar de frente a su enemigo, trata de cogerlo de flanco, atacándole en sus obras vivas: la caja de caudales.Los proletarios pueden compararse a un pueblo que, queriendo resistir a la invasión extranjera y no sintiéndose con fuerzas para afrontar en una gran batalla al enemigo, se lanza a la guerra de emboscadas, de guerrillas. Lucha desesperante para los grandes cuerpos de ejército, lucha de tal suerte horripilante y criminal que, generalmente los invasores se niegan a reconocer a los guerrilleros el carácter de beligerantes.Esta execración de las guerrillas por los ejércitos regulares no nos sorprende más que el horror inspirado por el sabotaje a los capitalistas.Y es que, en efecto, el sabotaje es en la guerra social lo que son las guerrillas en las guerras nacionales: dimana de los mismos sentimientos, responde a las mismas necesidades y tiene en la mentalidad obrera idénticas consecuencias.Sabido es cuánto desarrollan las guerrillas el valor individual, la audacia y el espíritu de decisión. Otro tanto puede decirse del sabotaje; mantiene en tensión a los trabajadores, les impide hundirse en una flojedad perniciosa, y como necesita una acción permanente y sin tregua, consigue el feliz resultado de fomentar el espíritu de iniciativa, de habituar a la acción, de sobreexcitar la combatividad.El obrero necesita poseer estas cualidades, pues el patrono obra respecto de él con tan pocos escrúpulos como tienen los ejércitos invasores que operan en país conquistado: ¡se entregan al saqueo cuanto pueden!Esta rapacidad capitalista ha sido censurada por el multimillonario Rockefeller ... dispuesto, con seguridad, a practicarla sin vergüenza.El error de algunos patronos -escribe- consiste en no pagar lo que debieran, con lo cual consiguen que en el trabajador se despierte una tendencia a reducir el trabajo.Esta tendencia a la reducción del trabajo que comprueba Rockefeller -reducción que legitima y justifica por la censura que dirige a los patronos- es el sabotaje en la forma que se presenta espontáneamente al espíritu de todo obrero: la disminución del trabajo.Podrá decirse de este procedimiento que es la forma instintiva y primaria del sabotaje. Naturalmente, sólo es practicable para los obreros a jornal. En efecto, es indudable que los que trabajan a destajo, si disminuyeran su producción, serían las primeras víctimas de su rebelión pasiva, puesto que sabotearían su propio salario. Los destajistas deben, pues, recurrir a otros medios, consistiendo su preocupación en disminuir la calidad, no la cantidad de su producto.Los procedimientos de sabotaje son variables hasta el infinito. Sin embargo, cualesquiera que sean, hay una cualidad que los trabajadores exigen de ellos: que al ponerse en práctica, no tengan una repercusión dolorosa sobre el consumidor.El sabotage ataca al patrono, bien por la disminución del trabajo, ora haciendo invendibles los productos fabricados, ya inmovilizando o inutilizando los instrumentos de producción. Mas el consumidor no debe ser víctima de esta guerra contra el explotador. Los trabajadores insisten mucho en este carácter específico del sabotaje, que consiste en herir al patrono y no al consumidor. Pero tienen que deshacer el prejuicio de la Prensa capitalista, que desnaturaliza esa tesis a su antojo, presentando el sabotaje como peligroso para los consumidores principalmente.Todavía no se ha olvidado la emoción que produjo la noticia lanzada por los grandes diarios, hace unos años, a propósito del pan con vidrio molido. Los sindicalistas se hartaban de decir que poner vidrio molido en el pan sería un acto odioso, estúpidamente criminal y que a los obreros panaderos no se les había ocurrido jamás semejante idea; mas, a pesar de las negaciones, la mentira se extendía, se reeditaba y, naturalmente, indisponía contra los obreros panaderos a infinidad de gentes para quienes lo que escribe su periódico es el evangelio.En realidad, hasta hoy, en el curso de las diversas huelgas de panaderos, el sabotaje puesto en práctica ha consistido en destruir las tahonas, los amasaderos o los hornos. En cuanto al pan si se ha fabricado incomestible -quemado o poco cocido, sin sal o sin levadura, etc., pero nunca con vidrio molido- no han sido los consumidores los perjudicados, sino únicamente los patronos.En efecto, habría que suponer que los consumidores eran unas bestias ... para aceptar, en vez de pan, una mezcla indigesta o nauseabunda. Si el caso se hubiese presentado, habrían devuelto seguramente ese pan de mala calidad a su tahonero y exigido en su lugar un producto comestible.El pan con vidrio molido es, pues, únicamente una infamia capitalista destinada a desacreditar las reivindicaciones de los obreros panaderos.Hay muchos casos en los cuales el sabotaje se identifica con el interés de los consumidores.Un llamamiento dirigido a la población parisina en 1908, por el sindicato de los cocineros, lo explica mejor que todo comentario; a él pertenecen los siguientes párrafos:El primero de Junio último, un maestro cocinero que llegaba aquella misma mañana a un restaurante popular, observó que la carne que le habían confiado se había estropeado de tal modo, que servirla hubiese sido un peligro para los consumidores. Entonces dió parte al patrono, que le exigió que, a pesar de todo, fuese servida, pero el obrero indignado por lo que se le pedía, se negó a ser cómplice del envenenamiento de la clientela.El patrono, furioso contra esta indiscreta lealtad, se vengó despidiéndole y dando su nombre al sindicato patronal de restaurantes populares Le Parisien, para impedir que volviera a colocarse.Hasta aquí el incidente revela sólo un acto individual e innoble de un patrono y un acto de conciencia de un obrero, más la continuación del asunto pone de manifiesto, como va a verse, una solidaridad patronal, de tal modo escandalosa, que nos creemos obligados a denunciarla.Cuando el obrero se presentó en la oficina de colocación del sindicato patronal, el encargado de esta oficina le dijo que a él, obrero, no le importaba si los artículos estaban o no estropeados; que desde el momento en que se le pagaba no tenía más que obedecer; que su acto era inadmisible y que, en lo sucesivo, no podía contar con su oficio para encontrar trabajo.Morirse de hambre o hacerse, en caso necesario, cómplice de los envenenamientos: he aquí el dilema planteado a los obreros por este sindicato patronal.Por otra parte, este lenguaje establece bien claramente que, lejos de reprobar la venta de artículos averiados, este sindicato encubre y defiende tales actos y persigue con su odio a los que impiden que se envenene tranquilamente.Seguramente, no es un ejemplar único en París este patrono que sirve carne podrida a sus clientes. Sin embargo, pocos son los cocineros que tienen el valor de seguir el ejemplo dado.¡Y es que, si tienen demasiada conciencia, los trabajadores corren el riesgo de perder el empleo, y hasta de ser boicoteados! Consideraciones éstas que hacen que se meneen muchas cabezas, que vacilen muchas voluntades y que se pongan un freno muchas rebeldías.Por eso nos son tan pocas veces revelados los misterios de los restaurantes populares y aristocráticos.Sin embargo, al consumidor le sería útil saber que los enormes cuartos de buey que se ven hoy en los escaparates del restaurante que frecuenta, son carnes apetecibles que mañana serán llevadas y desmenuzadas en los Halles ... mientras que en el restaurante en cuestión se sirven viandas sospechosas.Análogamente le sería útil saber que la sopa de cangrejos que saborea, está hecha con el caparazón de Ías langostas dejadas ayer en el plato por él u otros -caparazones cuidadosamente raspados para desprender la pulpa adherida a ellos y que, machacados en el mortero, es disuelto por un jugo que se tiñe de rojo con carmín.Y así mismo que todo el material del restaurante: cucharas, tenedores, platos, etc., es enjugado con las servilletas abandonadas por los clientes después de la comida, con lo que se hace posible un contagio de tuberculosis.La lista sería larga y nauseabunda, si hubiese que enumerar todos los trucos y trampas de los comerciantes sin vergüenza que, emboscados en un rincón de su tienda, no se contentan con estafar a sus parroquianos, sino que, muchas veces, los envenenan por añadidura. Por eso debemos desear, en interés de la salud pública, que los obreros del ramo de la alimentación saboteen a sus patronos y nos pongan en guardia contra esos malhechores.Para los cocineros, existe otro procedimiento de sabotaje, consistente en preparar los platos de manera excelente, con todos los condimentos necesarios y poniendo en su confección todos los cuidados que el arte culinario requiere.De todo esto resulta que, para los obreros cocineros, el sabotaje se identifica con el interés de los consumidores, tanto si se proponen ser unos obreros escrupulosos, como si nos inician en los arcanos poco apetitosos de sus cocinas.Algunos tal vez objeten que, en este último caso, los cocineros no practican el sabotaje, sino que dan un ejemplo de integridad y lealtad profesional digno de encomio.¡Mucho cuidado! Los que tal afirman se deslizan por una pendiente muy disimulada y corren el riesgo de rodar hasta el abismo, es decir hasta la condenación de la sociedad actual.En efecto, la falsificación, el engaño, la mentira, el robo, la estafa, constituyen la trama de la sociedad capitalista; suprimirlas, equivale a matarla ... No hay que hacerse ilusiones: el día en que se intentara introducir en las relaciones sociales, en todos los grados y en todos los planos, una estricta lealtad, una escrupulosa buena fe, nada quedaría en pie, ni la industria, ni el comercio, ni la banca ... ¡nada, nada!Ahora bien; es indudable que, para llevar a buen término todas las bajas operaciones a que se entrega el patrono no puede obrar sólo; necesita auxiliares, necesita cómplices ... y los encuentra en sus obreros, en sus empleados. Por eso al asociar a los obreros a sus maniobras -nunca a sus beneficios-, les exige una sumisión completa a sus intereses y les prohibe apreciar y juzgar las operaciones de su casa; si éstas son de carácter fraudulento, incluso criminal, a los obreros no debe importarles.Ellos no son responsables ... Desde el momento en que se les paga, no tienen más que obedecer, así observaba muy burguesamente el encargado de Le Parisien, mencionado más arriba.En virtud de tales sofismas, el trabajador debe prescindir de su personalidad, reprimir sus sentimientos y obrar como inconsciente; toda desobediencia a las órdenes dadas, toda violación de los secretos profesionales, toda divulgación de las prácticas inmorales que de él se exigen, constituye por su parte un acto de felonía contra el patrono.Por consiguiente, si se niega a la sumisión ciega y pasiva, si se atreve a denunciar las villanías a que se le asocia, es considerado como un rebelde contra su patrono, pues le hace la guerra, le sabotea.Semejante modo de ver no es particular a los patronos; los sindicatos obreros interpretan también como acto de guerra -como acto de sabotaje- toda divulgación perjudicial a los intereses capitalistas, y los sindicalistas han bautizado este ingenioso procedimiento de atacar la explotación humana con el nombre de sabotaje de la boca abierta. Expresión significativa hasta no más, ya que muchas fortunas sólo se han amasado gracias al silencio que han guardado sobre los bandidajes patronales los explotados que han colaborado en ellos, porque sin el mutismo de éstos hubiese sido dificil, si no imposible, que los explotadores hubieran hecho tales negocios.Acabamos de examinar los procedimientos de sabotaje puestos en práctica por la clase obrera sin suspensión del trabajo, sin abandono del taller. Mas el sabotaje no se limita a esta acción restringida; puede convertirse -y se convierte cada vez más- en una ayuda poderosa en caso de huelga.Podemos comprobar -escribía Bourguet, secretario del sindicato de París- que la cesación del trabajo no es suficiente para la terminación de una huelga. Sería necesario y hasta indispensable, para el buen resultado del conflicto, que la herramienta -es decir, los medios de producción de la fábrica, de la mina, de la tahona, etc.- estuviesen también en huelga, esto es, que no funcionasen ...Esta táctica, que consiste en unir a la huelga de brazos la huelga de las máquinas, puede parecer que se inspira en móviles bajos y mezquinos. Pero no es así.Los trabajadores conscientes saben que sólo son una minoría y temen que sus camaradas no tengan la tenacidad y energía suficiente para resistir hasta el fin, y entonces, para impedir la deserción de la masa, le hacen el retiro imposible: hunden los puentes detrás de ella.Obtienen semejante resultado, quitando la herramienta de las manos a los obreros demasiado sumisos a los poderes capitalistas y paralizando las máquinas que fecundaban su esfuerzo. Por este procedimiento evitan la traición de los inconscientes y les impiden pactar con el enemigo para reanudar el trabajo cuando no deben.Hay otra razón para esta táctica: que los huelguistas no tienen que temer sólo a los renegados, sino que deben también desconfiar del ejército.En efecto, los capitalistas acostumbran cada día más a sustituir a los huelguistas por militares. Así, tan pronto como se declara una huelga de panaderos, de electricistas, de ferroviarios, etc., el Gobierno trata de sofocarla, reemplazando a los obreros por soldados. Hasta el punto de que, para suplantar a los electricistas, por ejemplo, el Gobierno ha creado un cuerpo especial de ingenieros, a quienes se enseña el funcionamiento de las máquinas generadoras de electricidad, así como el manejo de los aparatos, y que están siempre preparados para ocupar el puesto de los obreros electricistas, al primer síntoma de huelga.Es, pues, de luminosa evidencia que si los huelguistas, que conocen las intenciones gubernamentales, se olvidan, antes de suspender el trabajo, de impedir esta intervención militar, imposibilitándola y haciéndola ineficaz, están vencidos por adelantado.Previendo el peligro, los obreros que van a emprender la lucha no tendrían excusa si no pusiesen remedio. ¡Felizmente, no se olvidan!Mas entonces ocurre que se les acusa de vandalismo, censurándose su falta de respeto hacia la máquina.Estas críticas tendrían fundamento si en los trabajadores existiese una voluntad sistemática de destrucción, sin ninguna preocupación de finalidad. Pero no es este el caso. Si los obreros atacan a las máquinas, no es por placer o diletantismo, sino porque una imperiosa necesidad les obliga a ello.No hay que olvidar que a los trabajadores se les plantea una cuestión de vida o muerte: si no inmovilizan las máquinas, van a una derrota segura, al fracaso de sus esperanzas; si las sabotean, tienen grandes probabilidades de éxito, aunque conciten contra ellos a la opinión burguesa y se vean acribillados de epítetos malsonantes.Dados los intereses en juego, se comprende que afronten sonrientes estos anatemas, y que el temor de ser calumniados por los capitalistas y sus lacayos no les haga renunciar a las posibilidades de victoria que les reserva una audaz e ingeniosa iniciativa.Los trabajadores, en estas condiciones, se encuentran en una situación parecida a la de un ejército que obligado a retirarse, se decide, con pesar, a destruir el armamento y provisiones que dificultarían su marcha y podrían hacerlo caer en poder del enemigo. En este caso, tal destrucción es legítima, mientras que en cualquier otro sería una locura.Por consiguiente, no hay más razón para censurar a los obreros que recurren al sabotaje con objeto de asegurar su triunfo, que hay para censurar al ejército que, con el fin de salvarse, sacrifica su impedimenta.Podemos, pues, concluir que con el sabotaje ocurre lo que con todas las tácticas y todas las armas: la justificación de su empleo dimana de las necesidades y del fin perseguido.Además de estos procedimientos, hay otro que podría calificarse de sabotaje por represalias, y que se ha extendido algo a partir del fracaso de la segunda huelga de Correos.Después de esta huelga, unos grupos revolucionarios decidieron sabotear las líneas telegráficas y telefónicas para protestar contra el despido en masa de cientos de huelguistas. Y anunciaron su intento de hacer tal guerra mientras los empleados de Correos despedidos con motivo de la huelga no fuesen reintegrados.Una circular confidencial enviada a los puestos que estos grupos se habían procurado, precisaba en qué condiciones había de efectuarse esta campaña de sabotaje de los hilos.Los camaradas que te envían este papel -decía la circular- te conocen, aunque tu no los conozcas; excúsalos si no firman. Te conocen como revolucionario serio.Te piden que cortes los hilos telegráficos y telefónicos que estén a tu alcance en la noche del primero de Junio.Las noches siguientes, sin necesidad de más órdenes, seguirás haciendo la misma operación.Cuando el Gobierno tenga ya bastante, reintegrará a los 650 empleados despedidos.En una segunda parte, esta circular contenía un formulario detallado y técnico que exponía los diferentes modos de cortar los hilos sin riesgo de ser electrocutado. También recomendaba con mucha insistencia que no se tocaran los hilos de las señales ni los telegráficos de las Compañías ferroviarias; y, para hacer imposible todo error, se insistía minuciosamente sobre los medios de distinguir los hilos de las Compañías de los del Estado.La hecatombe de los hilos telegráficos y telefónicos, fue considerable en toda Francia, y duró hasta la caída del Ministerio Clemenceau. Después, en diversas ocasiones, algunos grupos, para protestar contra la arbitrariedad del Poder, se han entregado a esta guerra contra los hilos telegráficos y telefónicos ...El sabotaje, además de un medio de defensa utilizado por el productor contra el patrono, puede convertirse en un medio de defensa del público contra el Estado o las grandes Compañías.El obstruccionismo es un procedimiento de sabotaje al revés, que consiste en aplicar los reglamentos con un cuidado meticuloso, en realizar el trabajo a cargo de uno, con una prudente lentitud y un escrúpulo exagerado. El ejemplo más elocuente de este procedimiento de sabotaje lo dieron los ferroviarios italianos, en 1905, con su famoso obstruccionismo, gracias al cual la desorganización del servicio fue fantástica y formidable, y la circulación de trenes quedó casi suspendida.Volver al indiceConclusionesComo acabamos de ver, por el examen de las modalidades del sabotaje obrero, en cualquier forma y momento en que se manifieste, su característica consiste siempre -¡siempre!- en quebrantar la caja patronal.Contra este sabotaje, que sólo ataca los medios de explotación, las cosas inertes y sin vida, la burguesía no tiene bastantes maldiciones.En cambio, los detractores del sabotaje obrero no se indignan de otro sabotaje -verdaderamente criminal, abominable y monstruoso- que constituye la esencia misma de la sociedad capitalista.¡No se conmueven ante ese sabotaje que, no contento con despojar a sus víctimas, les quita la salud y ataca hasta a las fuentes de la vida, a todo, a todo!Mas hay una razón mayor de esta impasibilidad; y es que con este sabotaje se benefician ellos.Son saboteadores los comerciantes que, adulterando la leche, alimento de los pequeñuelos, siegan en flor las generaciones nuevas.Los harineros y panaderos que echan en la harina talco u otros productos nocivos, estropeando así el pan, alimento de primera necesidad.Los fabricantes de café con almidón y achicoria, de pasteles con vaselina, de miel con almidón y pulpa de castañas, de vinagre con ácido sulfúrico, de quesos con cera o fécula, de cerveza con hojas de boj.Fueron saboteadores los traficantes -patriotas ¿cómo no?- que, en 1870-71, contribuyeron al sabotaje de su patria entregando botas con suela de cartón para los soldados y cartuchos con pólvora de carbón; y lo son sus hijos que, siguiendo la carrera paterna con el mismo espíritu que sus progenitores, construyen las calderas explosivas de los grandes acorazados, los cascos rotos de los submarinos, y suministran al ejército carne de mono podrida, viandas estropeadas o tuberculosas, pan con talco o habichuelas, etc., etc.Son saboteadores los contratistas, los constructores de vías férreas, los fabricantes de muebles, los vendedores de abonos químicos, los industriales de todo género y de cualquier categoría.¡Todos, sin excepción, son saboteadores! Pues todos, en efecto, adulteran, estafan, falsifican cuanto pueden.El sabotaje está en todas partes y en todo: en la industria, en el comercio, en la agricultura ... ¡en todo, en todo!Pero este sabotaje capitalista que impregna a la sociedad actual, que constituye el elemento en el cual se mueve -como nosotros en el oxígeno del aire- es condenable muy de otro modo que el sabotaje obrero.Este último -¡hay que insistir en ello!- sólo va contra el capital, contra la caja de caudales de los burgueses, mientras que el otro ataca a la vida humana, destruye la salud, puebla los hospitales y cementerios.De las heridas que hace el sabotaje obrero sólo salpica el oro; en las producidas por el sabotaje capitalista la sangre fluye a raudales.El sabotaje obrero se inspira en principios generosos y altruistas: es un medio de defensa y protección contra las exacciones patronales; es el arma del desheredado que batalla por su existencia y la de su familia; tiende a mejorar las condiciones sociales de las muchedumbres obreras y a librarlas de la explotación que las oprime y las aplasta ... Es un fermento de vida radiante y mejor.El sabotaje capitalista, por el contrario, no es más que un medio de explotación intensificada; condensa los apetitos desenfrenados y nunca satisfechos, es la expresión de una rapacidad repugnante, de una insaciable sed de riquezas que no retrocede ante el crimen para verse satisfecha ... Lejos de engendrar la vida, siembra a su alrededor las ruinas, el duelo y la muerte.

martes, 26 de octubre de 2010

Haití: Ultima recta de movilización anti-ocupación para el año 2010


La MINUSTAH y la policía local reprimen violentamente sentada frente a la base de los invasores, con disparos al aire, gases lacrimógenos y rotundos bastonazos


Puerto-Príncipe, 20 de octubre del 2010.- Luego del segundo congreso Conlutas de los 3 y 4 de julio del 2010, y siguiendo el encuentro de unificación entre organizaciones sindicales y populares que se dio en el mismo ambiente, tuvo lugar una reunión entre las delegaciones extranjeras invitadas y los representantes de Conlutas. Fue allí donde el delegado de Batay Ouvriye propuso realizar unas movilizaciones internacionales en contra de la ocupación militar de nuestro país por las fuerzas armadas de la ONU, la MINUSTAH. Iban a darse principalmente en Haití y, en la medida de lo posible, las delegaciones presentes iban a apoyarlas, cada quién en su país respectivo. El periodo propuesto iba del 28 de julio (fecha del desembarco de la primera ocupación yanki del país en el 1915), hasta el 15 de octubre (fecha del renuevo del vergonzoso contrato de la MINUSTAH).
Una vez en Haití, pusimos este acuerdo frente a distintos compañeros de lucha. A pesar de haber recibido una gran acogida, fueron pocas las organizaciones que se dieron de lleno en la construcción y participación concreta de aquello. Las que estuvieron, sin embargo, llegaron a cierta unidad adicional, logrando acercarse más en la construcción del Campo autónomo de RESISTENCIA, imprescindible para derrocar a este enemigo descomunal que son las fuerzas armadas de esta misión sanguinaria de ocupación.
En Puerto-Príncipe, junto con nosotros de Batay Ouvriye, las organizaciones constantemente en la planificación y la acción concreta fueron: Movimiento Democrático Popular (MODEP), la Plataforma de Empleados Despedidos de las Empresas Públicas (PEVEP en francés), la Central Autónoma de Trabajadores Haitianos (CATH), Antena Obrera, el Comité de Resistencia de Duvivier (KRD), Cabezas Juntas de Organizaciones Populares, Frente de Reflexión y Acción para el Alojamiento Popular (FRAKKA en kreyòl) y Chandèl.
Este conjunto de movilizaciones era para marcar claramente nuestro más profundo desacuerdo con la ocupación-tutela que sufre el país por las fuerzas armadas de la misión ONU, la MINUSTAH, dicha de “estabilización para Haití”. Siempre hemos hecho claro que esta misión militar está para apoyar la explotación descomunal que operan las multinacionales (principalmente del textil) y que no es de ayuda, ni menos “humanitaria”. Que también todo esto es posible gracias a la cooperación activa de los lacayos de los distintos gobiernos de turno y los colaboradores de todo acabito. Igualmente, todos los que caen en la trampa de ésta “democracia”-dictadura, democracia-represión, democracia-crimen, democracia-mentira… que estos sanguinarios tratan de hacernos tragar (haciéndoles el favor de considerar que …¡“caen en la trampa”!), en realidad, no hacen más que participar del engaño que propician las clases dominantes y el Estado reaccionario a su servicio, hundiendo todavía más al pueblo.
Durante todo este periodo de RESISTENCIA, no podemos decir que recibimos un real sostén. Desde los principios, ciertamente, mucha gente nos escribió, nos llamó, nos hablaba por las calles… diciendo siempre que “sí, tenemos que levantarnos todos y ¡protestar vehementemente!”. Durante las manifestaciones, la gente nos aplaudía siempre, todos leían con afán los volantes distribuidos, otros ¡hasta levantaban el puño cerrado!, muchísimos pues nos apoyaban …de corazón. Pero pocos se metieron abiertamente a contestar esta presencia, muy pocos llegaron a este principal espacio público de lucha, donde verdaderamente se exponen a avanzar las contradicciones sociales: la calle.
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La última recta de movilización anti-ocupación, la planeamos del Primero de octubre al día 15. También, a partir de la primera sentada frente a la embajada de Brasil (ver reportaje al respecto), durante todo el periodo seguimos reivindicando el alza obligatorio del salario mínimo, la escuela gratuita como logramos que exigiera la (su) constitución, la resolución correcta (popular pues) de la situación de la población de los campamentos, como la de los barrios populares todavía en pié, la de las pequeñas vendedoras que los comerciantes burgueses, aprovechándose de la destrucción debida al terremoto del 12 de enero pasado, quieren echar de una vez afuera de la ciudad, la de ésta tan cantada “justicia” que no hace más que condenarnos siempre, la de los pequeños campesinos quienes siguen resistiendo a los ataques ahora sistematizados de parte de los terratenientes (respaldados por la policía especial …y la MINUSTAH) para echarles afuera de tierras que han ocupado por más de ¡75 a 100 años!! -es que en esta proyectada “reconstrucción”, el valor de la tierra se ha triplicado de golpe!-, la de los empleados de servicios públicos despedidos quienes todavía no han recibido la compensación formalmente prometida…
El 14 de octubre, fue otra vez frente al ministerio de asuntos extranjeros que fuimos a gritar nuestro desacuerdo a la inminente renovación (del próximo día 15) de la firma del contrato de la MINUSTAH y nuestro desdén a la vergonzosa actitud de la cancillera de cargo que ni siquiera tiene una palabra que decir. Otra vez, le apuntamos el dedo… y otra vez, conociendo claramente los principales responsables de este macabro crimen, quemamos banderas estadounidenses y brasileñas. Al final, nuestra delegada leyó públicamente y delante de una prensa nacional e internacional, nuestra declaración común anexada.
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En esta recta final, además de la movilización anti-ocupación que se dio también de nuevo en Cap-Haïtien, (ver el reportaje filmado que se encuentra en nuestro sitio-web: http://www.batayouvriye.org/akey.html), hubo otras realizadas el mismo 14 en Plaisance y Limonade, dos pueblos que se ubican también en la región Norte del país y donde tenemos ahora una significativa y combativa implantación.
Allí, lado a lado con los compañeros de Cabezas Juntas de Pequeños Campesinos (Tèt Kole Ti Peyizan, en kreyòl), la Asociación Solidaria de Pequeños Campesinos (ASPP en kreyòl) y el Movimiento de Organizaciones de Pequeños Campesinos de Plaisance (MOPP en kreyòl) por una parte y a partir directamente de la Asociación de Cultivadores y Criadores de Pistè – Batay Ouvriye de Limonade que, con pancartas, afiches, banderolas y volantes realizamos las marchas en las respectivas localidades. ¡Abajo la MINUSTAH! ¡Abajo la Ocupación! ¡Abajo los lacayos locales!... pero también: ¡Abajo las semillas Mosanto! ¡Abajo aquellas de la FAO! ¡Abajo Jetrofa! que marcharon los compañeros por todas las áreas circundantes y adentro de los pueblos mencionados.
Hay que hacer resaltar lo fundamental de llevar la lucha anti-ocupación nacionalmente, por todo el territorio, urbano como rural, articulando las reivindicaciones de cada espacio hacia una resistencia, entonces global. En este sentido, las movilizaciones de Plaisance y Limonade representan un paso importante en la construcción de una fuerza única para hacerle frente al poder en sitio y sus mecanismos de dominación.
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En el día 15 de octubre, como ya fue anunciado, se realizaron también movilizaciones y actos diversos en distintos países de la región, en particular: Brasil (São-Paulo, Río de Janeiro y Brasilia), Argentina, México, Cuba y Puerto Rico, como nos indican los reportajes enviados por Jubileo Sur y Conlutas. El contenido de estas manifestaciones apuntaba tanto a la cancelación definitivo y sin condiciones de la deuda, como al retiro de las tropas de la MINUSTAH de Haití.
Este mismo 15, en Haití se había planeado dos movilizaciones. La primera, protestando contra el asesinato en pleno día por la policía del compañero Filbert, profesor que reivindicaba nada más que una escuela gratis y de calidad para todos; y la segunda, otra vez en contra de la ocupación, pero esta vez frente a la principal base de la MINUSTAH, por el aeropuerto, cerrando así el ciclo 28 de julio – 15 de octubre hace tiempo organizado y clausurando también esta recta final de la primera mitad del mes en curso.
Si aquella de la Educación pública se llevó sin incidentes, no fue así para la sentada frente a la base MINUSTAH. De hecho, antes de empezar (acabábamos de llegar al sitio) fue radicalmente bloqueada. Primero por las fuerzas armadas de la MINUSTAH misma que llegaron a disparar al aire a distintas ocasiones y luego por las fuerzas especiales de la policía local, con gases lacrimógenos y rotundos bastonazos. Todo el mundo echó a correr en todas direcciones. Hubo enfrentamientos, donde perdimos nuestros afiches, banderolas y volantes, hasta las pequeñas vendedoras allí sentadas tuvieron que huir, dejando en el piso sus mercancías. Un camarógrafo de Al Jazeera recibió golpes en la cabeza, hiriéndolo seriamente.
Así aprendimos que de los soldados de esas fuerzas de la ONU, no solo se les conocía sus robos, violaciones y demás exacciones, sino también que ¡no se puede manifestar frente a sus bases! Allí les pertenecen las calles y todo el espacio público circundante, allí no prevale libertad ciudadana alguna. Inútiles fueron nuestras protestas y gritos que llevamos por la tarde en las radios de la capital.
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Dos días después, el 17, se conmemoraba el asesinato en 1806 de Dessalines, general en jefe del ejército revolucionario de las guerras de independencia. El lacayo principal, Preval, acompañado de su gobierno fantoche y un conjunto de colaboradores, hizo un discurso ¡”en nombre de estos tan valientes ancestros”! supuestamente vehemente, en realidad de una factura grandilocuente y totalmente confusa …digna de las mejores películas surrealistas. Claro, en total ausencia de lo soldados de la MINUSTAH, la policía “nacional” garantizando fuertemente el circo de estas marionetas.
La historia, se encargará de puntualizar todos estos eventos.
Y la lucha ¡ACABA DE EMPEZAR!