"... Debemos saber vivir con un mínimo de cosas, para desarrollarnos como seres con un máximo de cualidades y capacidades, espirituales y materiales, de tal modo que, desde la autonomía y fortaleza así construidas, podamos librar una lucha de aniquilación contra el actual orden político y económico. En esa renuncia, en ese abstenerse y decir no, está la esencia de la libertad verdadera en los tiempos que corren..."
En el presente, la bebida y ciertas drogas (el porro sin ir más lejos), han sido rodeadas de una aureola de falsa radicalidad, de productos “transgresores” y “anti-sistema”, de sustancias facilitantes de la relación entre las personas, que tienen que perder, para aparecer como lo que son, armas del poder constituido para degradar, embrutecer, desorganizar e incluso matar, pues 20.000 personas mueren anualmente por la bebida en nuestro país. Al mismo tiempo, alcohol y tabaco son una saneada fuente de ingresos fiscales para el Estado, además de unas ramas de la producción capitalista que dejan enormes beneficios y acumulan capital.
Compañeros nos encontramos en este momento ante la incuestionable necesidad de abrir los ojos ante una de las más grandes armas que tiene el sistema para hacernos consumir y dormirnos en batalla.
Y me refiero puntualmente el consumo de drogas y de alcohol.
Hoy es inaceptable la pretensión de considerar como “inconformista” y “rebelde” el beber o consumir drogas, majadería urdida por la contracultura de los años 60 y 70 del siglo pasado, que se pone en evidencia al mostrar que han sido los aparatos de dominación, desde la CIA a las diversas policías de todos los países, quienes más han hecho y hacen por popularizar los estupefacientes, de las cuales la contracultura fue una agencia de propaganda, al menos en esto. Entro en polémica con el anticlericalismo burgués, que pretende tildar de “moralismo”, e incluso de “clericalismo”, la temperancia y sobriedad, mostrando que en el pasado las y los mejores militantes del movimiento obrero, por lo general irreligiosos y ateos, se opusieron bravamente al alcohol, así como al tabaquismo. En el presente, es evocado el lema , “Droga y policía, la misma porquería”.
Debemos luchar con ímpetu por romper las cadenas con las que nos ata la dependencia al alcohol y las drogas que nos dominan tanto física como mentalmente, su consumo duerme la conciencia y evita muchas posibles acciones que se podrían tomar en contra del sistema
y renunciando a tratar de un modo fácil, superficial y reduccionista el asunto del alcoholismo, quedan establecidos cuatro bloques de causas, las adoctrinadoras estructurales, vinculadas a la auto-construcción del sujeto, y existenciales, dedicando algún espacio al examen de cada una de ellas. La conclusión es que ante un problema tan grave, y que lo va a ser cada vez más, pues el Estado y el capital no van a renunciar a ese arma, la transformación integral del orden político-jurídico y social (revolución) es condición inexcusable, pero no suficiente, de manera que se demandan tareas complementarias, como ir elaborando un sistema de ideas para la edificación libre y autónoma del sujeto, y una reflexión sobre los problemas existenciales de la condición humana, hasta el momento olvidados.
Hoy en día resulta más cómodo y fácil exigir la legalización sin debatir realmente los problemas sociales que causan las drogas y el alcohol como la marginación social, el maltrato, inconsciencia de actuación o irresponsabilidad.
Venimos a sustituir nuestra libertad de acción por la de un fantasma de dominación, no es posible que pensemos que por que soy libre yo consumo lo que quiero por que terminamos de la misma manera como comenzamos oprimidos, sojuzgados, sin acción, se nos esta olvidando algo tan importante como es el hecho de que la revolución es cambiar la realidad social negativa y no de adaptarnos a ella
Tenemos que generar conciencia de que el alcohol es la droga que mas mata y enriquece al estado, al permanecer legal es la mas consumida, es la mas depresora y por ello la mas ajustada al capitalismo, no da lucidez pero si mata neuronas
Nos toca comprender y actuar contra este medio de opresión, ir generando conciencia en cada uno de nuestros allegados y congeneres luchar por liberar más mentes de la opresión del sistema y de sus bajos medios
La droga es la mercancía definitiva del sistema. No hace falta hablar para vender. El cliente se arrastrara por una alcantarilla para que le vendan. El comerciante no vende su producto al consumidor, vende el consumidor al producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. El sistema crea adictos- dependientes y los mantiene cautivos a través de su adicción.
No seas uno de ellos!
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